En un mundo donde la exigencia y el rendimiento parecen ser la norma, muchas mujeres que han alcanzado posiciones de liderazgo descubren que el éxito exterior no siempre se traduce en plenitud interior. La agenda repleta, las decisiones constantes y la presión por sostenerlo todo pueden llevar a un desgaste silencioso que acaba pasando factura.

Liderar sin perderte a ti misma implica aprender a poner límites, reconectar con lo esencial y reconocer que el poder real no está en controlar todo, sino en liderar desde la coherencia. No se trata de hacer más, sino de recordar quién eres y liderar desde ese lugar.

Algunas claves para comenzar este camino:

• Reconocer las señales de desconexión: cansancio permanente, falta de entusiasmo, sentir que “ya nada emociona”.
• Darte espacios de silencio: lo que no se escucha dentro se traduce en decisiones poco alineadas fuera.
• Cambiar la autoexigencia por autocuidado: cuidar de ti no te resta liderazgo, lo potencia.

El liderazgo del futuro no se mide por cuánto sostienes, sino por tu capacidad de mantenerte fiel a ti misma. Liderar sin perderte es posible; de hecho, es la única manera de hacerlo de verdad.